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El Monasterio de San Isidoro del Campo fue fundado en el año 1301, siendo rey Fernando IV de Castilla. Su fundación se debió a Alonso Pérez de Guzmán, más conocido como Guzmán el Bueno, y y su mujer María Alonso Coronel, fundadores de la Casa de Medina Sidonia. Crearon este monasterio como panteón familiar y como testimonio de su piedad. Fue fundado en un lugar cercano a las ruinas de Itálica donde, según la tradición, fue enterrado San Isidoro de Sevilla, hasta que fue traslado a la Basílica de San Isidoro de León en 1063.
Juan Alonso, hijo del matrimonio, construyó adosada a la iglesia levantada por sus padres otra nave, siendo ambas conocidas como las iglesias gemelas.
El Monasterio fue cedido a los monjes cistercienses, siendo el Monasterio Cisterciense más meridional de toda Europa, que estuvieron en él hasta 1431. Los cistercienses fueron sustituidos por los ermitaños de los Jerónimos y en 1568 fue ocupado por la Orden de San Jerónimo. Cada una de estas congregaciones religiosas han dejado su impronta tanto en la construcción como en la decoración del recinto.
En 1432 los ermitaños jerónimos de Fray Lope de Olmedo sustituyeron a los cistercienses y llevaron a cabo una profunda reforma en el Monasterio que se reflejó en el concepto de vida monacal y sustancialmente en la decoración. A mediados del siglo XVI surge un foco religioso de carácter reformista en Sevilla, en el que participaron los frailes de este Monasterio, que llevó al encarcelamiento de varios monjes y a la huída de otros fuera de España, entre ellos Casiodoro de Reina, autor de la primera traducción de la Biblia a la lengua castellana, conocida como Biblia del Oso. Tras estos episodios Felipe II ordenó la fusión de la congregación con la Orden jerónima.
